martes, 17 de julio de 2007

EL SINDICALISMO DE HOY


Coopera en la inoculación del principio de desesperanza: “puesto que todo está podrido y no hay salida colectiva, solo cabe competir eficazmente y ofrecerse al poder como esquirol para gozar de un éxito a costa de mis iguales”. Este ciudadano progre, consumidor, calculador y oportunista es la base del “fascismo dulce”. Los colectivos sociales que observan este comportamiento son la base del sometimiento de los movimientos sociales a la “unidad de la izquierda”.

Esta izquierda es el huevo de la serpiente, lleva dentro la impotencia y, por lo tanto, la sumisión al poder, a cualquier poder. Su impostura le exige eliminar de las relaciones sociales el diálogo y la razón, sustituyéndolas por propuestas irracionales imposibles de cumplir como: acabar con los accidentes de trabajo, pleno empleo, empleo estable con derechos, conciliación de la vida familiar y laboral, competitividad y progreso social, flexibilidad para las empresas y estabilidad para los trabajadores, derechos humanos, dignidad humana, derecho a la vida, imperio de la ley, estado de derecho, igualdad de oportunidades.




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